Marido y mujer deben conocer el funcionamiento no solo físico sino también emocional de cada uno en la relación.
La sexualidad es un don maravilloso que Dios le otorgó a los seres humanos. A pesar de eso, este tema ha provocado desacuerdos dentro de la relación conyugal. Los matrimonios parece que no comprenden las trampas del enemigo para impedir que se alcance la plenitud de la comprensión de este tema.
Es fácil darse cuenta de que en todo lo que Dios crea para ser bendición el enemigo pone las manos y, en su maldad, produce dolores y sufrimiento. Por eso, la sexualidad ha sido, desgraciadamente, causa de muchas decepciones en los matrimonios del pueblo de Dios.
Analizando el tema, vemos que la mayoría de las dificultades presentadas por los matrimonios, en el área de la sexualidad, tiene su extensión en los problemas que se encuentran en la manera de relacionarse. Debemos considerar que la sexualidad ocupa un espacio muy significativo dentro del matrimonio y, si no se la considera con la debida importancia, puede provocar la pérdida total de interés por el otro. Para que haya una comunión sexual adecuada y saludable, y considerando que los hombres y las mujeres ven el tema de manera diferente, debe haber por parte de los dos interés en el conocimiento y la comprensión de la manera en la que se siente el otro con respecto al tema de la sexualidad.
La esposa debe saber que la sexualidad masculina está más relacionada con la satisfacción de las necesidades físicas que emocionales. Por otro lado, para la mujer, el sexo está relacionado con la satisfacción de sus necesidades emocionales. Usando una figura del lenguaje, podemos decir que el hombre tiene sexo con sus genitales y la mujer con el corazón.
Frente a estas diferencias, es necesario que ambos desarrollen interés por conocer el funcionamiento no solo físico, sino también emocional, de cada uno en la relación. A continuación, veremos algunos factores que pueden comprometer el buen entendimiento sexual y soluciones para resolver esto.

EDUCACIÓN RÍGIDA
Cuando uno de los cónyuges, o incluso los dos, no han tenido la oportunidad de recibir una orientación sexual adecuada de sus padres, por prejuicios, vergüenza, tabús, etc., el reflejo se verá en el matrimonio. Ese matrimonio puede desarrollar una relación sin mucha intimidad y complicidad debido a la dificultad de dialogar. La exposición de pensamientos y sentimientos relacionados con la cuestión de la sexualidad no sucede porque hay miedo de no ser aceptado o comprendido por el otro. La represión siempre trae un componente negativo. Cuando no se la trabaja, la tendencia es que el individuo vaya a los extremos: o se hace rígido e inflexible sobre ese asunto, manteniendo una relación sexual previsible, sin intimidad, simplemente algo mecánico para “cumplir las obligaciones” que impone el matrimonio; o, por otro lado, la represión provoca rebelión, lo que genera un deseo profundo de vivir y hacer todo lo que nunca estuvo permitido. Desarrollar la capacidad de conversar abiertamente con los hijos sobre los temas sexuales apropiadas para cada edad, hasta la preparación del hijo para el matrimonio, de hecho es algo maravilloso, pues más allá de que se establece un vínculo de confianza, se promueve una enseñanza que puede resultar en la felicidad conyugal futura de los hijos.

CONVERSACIONES DIFÍCILES EN LA CAMA
El matrimonio no debería permitir que las dificultades y los problemas se lleven a la cama. La cama tiene dos funciones: dormir y acoger a la pareja para su encuentro amoroso y sexual. Un matrimonio que espera la hora de dormir para discutir cosas que no se resolvieron durante el día, corre graves riesgos. El cuarto y la cama, como consecuencia de eso, ya no se asocian a encuentros de placer sino a grandes batallas, tristezas y discusiones. Además, la televisión y la computadora no deberían estar en el cuarto, como así tampoco los artefactos electrónicos. Estos desvían la atención que se le debería dar al cónyuge, distraen, cansan la mente y provocan un alejamiento y pérdida de la intimidad.

HERIDAS
Las cuestiones mal resueltas, o nada resueltas, a lo largo de la caminata conyugal perjudican la sexualidad. Y considerando que la mente tiene un papel fundamental en el buen desempeño sexual, recordar continuamente los dolores, las decepciones, los acontecimientos tristes del pasado, no favorecerá el encuentro sexual placentero. Se deben resolver las heridas, ya que la sexualidad plena dependerá de una liberación de la mente y el corazón. Decida resolver todo, tome esa decisión. ¡Usted tiene poder! Liberarse de los resentimientos traerá alivio y contribuirá a un clima de paz y armonía. Componentes muy necesarios para el buen desempeño de la sexualidad.

PORNOGRAFÍA
Desgraciadamente, con todas las facilidades del mundo virtual, ese vicio se esparció de manera devastadora. Aquellos que consumen pornografía con frecuencia se hacen adictos y comienzan a tener dificultades para construir o practicar una sexualidad saludable. La pornografía crea una necesidad de estímulo que la vida real no puede satisfacer. La pornografía es irreal, ilusoria. El cerebro de una persona adicta a la pornografía redefine su patrón mental de excitación. El matrimonio no puede reproducir tamaño espectáculo y la práctica de sexo convencional pierde totalmente el atractivo.

DISFUNCIONES
Las disfunciones son diagnosticadas por profesionales de la salud: para la mujer, el ginecólogo y para el hombre, el urólogo. El vaginismo, la eyaculación precoz, la disfunción eréctil, la falta de deseo, el deseo hiperactivo y la inhibición del deseo son algunas de las disfunciones que pueden ser tratadas y pueden revertirse con la orientación de buenos profesionales.
Dilene Ebinger es terapeuta de matrimonios y familia, máster coach y conferencista internacional.