La nueva generación es la generación de la indecisión. Movidos por la masa, muchos están yendo hacia donde la mayoría va, aunque no tenga sentido.  Los jóvenes siempre fueron aventureros, pero con la revolución digital, la modernidad y sus conceptos impactaron profundamente el estilo de vida de las personas.  Hoy, Internet y las tecnologías de comunicación son la base de los relacionamientos de la sociedad, y la Iglesia debe ofrecer la respuesta y el camino para las crisis morales y sociales que estamos viviendo.

En este artículo me estoy refiriendo directamente al reportaje de la Revista Veja de febrero de 2016, que trae en la tapa el género neutro, o sea, una tercera opción ante los “tradicionales” masculino o femenino. Hay, también, otro concepto derivado de esta posibilidad, el de la sexualidad fluida, hasta entonces desconocida por la mayoría de las personas.  La sexualidad fluida desconoce las fronteras del género; o sea, la forma como se lidia con la sexualidad es imprevisible e indeterminada.

El tema no es tan nuevo. El 1º de abril de 2014, la corte más alta de Australia reconoció que una persona puede ser legalmente reconocida por un género neutro.  El texto decía: “la Suprema Corte reconoce que una persona puede no ser ni de sexo masculino, ni de sexo femenino, y permite, así, el registro del sexo de una persona como ‘no especificado’”, dijo, en una sentencia unánime, que rechazó la apelación hecha por el estado de New South Wales para que fuesen reconocidos tan solo los sexos masculino y femenino.

En Francia, por primera vez, una persona de 64 años recibió de la Justicia el derecho de que fuese alterada e incluida en su partida de nacimiento la descripción “género neutro”.

El magistrado que juzgó el caso argumentó: “el sexo que se le atribuyó en el nacimiento aparece como ficción pura impuesta durante toda su existencia. No se trata de reconocer la existencia de un “tercer género”, sino de reconocer la imposibilidad de atribuir un determinado género a esta persona”.

Están surgiendo hasta nuevas formas de palabras para identificar a ese género: alunx, amigx, etc.  Ante este cuadro, tengo algunas otras preocupaciones.  La sociedad, en general, adoptó la idea de relativización de la biblia cuando la verdad no es más absoluta o atemporal.  Y el agravante es que el concepto comienza a formar parte del vocabulario de algunos cristianos. Esto es muy peligroso.  La Biblia deja bien claro que Dios creó al hombre y mujer, varón y hembra para que cada género se relacionase con el opuesto.

La clara definición de la Biblia no puede entenderse como algo ultrapasado, porque en ella está la revelación de Dios. Adolescentes y jóvenes que no crecieron en un ambiente espiritual tienen muchas dificultades para entender los temas espirituales.

 

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