Cada vez más, nuestra sociedad está esclavizada por el tiempo del que dispone cada día. Con mucha frecuencia escuchamos frases como: “¡No! ¡Ya es tarde!” “No tengo suficiente tiempo”. “¡Cómo me gustaría que el día tuviera 30 horas!” O simplemente decimos: “Disculpa, no tuve tiempo”.

A veces, son las demandas del trabajo; en otras oportunidades, son las interacciones sociales con los amigos; pero diariamente observamos este tipo de situaciones. Estamos muy concentrados y ocupados en las redes sociales. En este escenario, las necesidades de tiempo con la familia son relegadas a un segundo plano. Hoy, literalmente, los integrantes de una familia pueden estar juntos físicamente, pero separados por distancias cibernéticas. La pregunta es simple: ¿cómo sincronizar las demandas del trabajo, las actividades diarias y las necesidades familiares en la construcción de una familia saludable?

“Todo tiene su tiempo…”

La proporción de tiempo que una persona usa en sus diferentes actividades es significativamente diferente. Sin embargo, todos podemos encontrar principios que nos ayudan a administrar el tiempo a partir de lo que dice Salomón en Eclesiastés 3:1: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”. Eso no significa que debemos hacer “todo” en todos los momentos. En lugar de eso, este consejo tiene como objetivo incentivar que se use el tiempo del que disponemos estableciendo claramente nuestras prioridades. Es decir, que hay que buscar y encontrar un equilibrio de tiempo apropiado para el trabajo, las actividades cotidianas y la familia. El apóstol Pablo también nos orienta diciendo: “Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno” (Efe. 5:15, 16). Este texto nos habla de organizar nuestro calendario, aprovechar las oportunidades con sabiduría y distribuir nuestro tiempo de manera equitativa entre las prioridades que tenemos.

Para sincronizar con equilibrio el tiempo del que disponemos, sería interesante, primero que nada, evaluar cómo utilizamos el tiempo. Esta es una buena reflexión para comenzar la administración y la distribución del tiempo del que disponemos. Estar conscientes de nuestra realidad nos ayudará a distribuir mejor nuestras actividades en un calendario de prioridades. En segundo lugar, planificar intencionalmente la distribución de nuestro tiempo. Una buena planificación, organización y sincronización de nuestras prioridades es la antesala de una mayor eficiencia. La planificación intencional requiere colocar las actividades por escrito en una agenda manual o electrónica con el tiempo necesario. Finalmente, como tercer punto, hay que mantener la agenda diaria a la vista. Vamos a acompañar y a concentrarnos en cumplir lo esencial de la planificación. Recordemos que solamente realizando lo que hemos planificado vamos a poder crear el hábito de sincronizar las demandas del trabajo, las actividades con la familia y las de la rutina diaria.

¿No sobra mucho tiempo para la familia? Seguramente, el trabajo es lo que regularmente requiere más tiempo. Enseguida, debe aparecer en nuestras prioridades la atención y la construcción de la familia. Marcar tiempo en la agenda para la familia es de vital importancia. Este debe incluirse en el calendario de cada día y de cada semana. Aquí compartimos algunas sugerencias.

Marca tiempo en tu agenda con la familia. Así como incluyes una consulta con un médico, el aniversario de tus padres o las reuniones importantes, marca esta prioridad. Recuerda aprovechar estos momentos como aprovechas los momentos importantes y no canceles tu “consulta familiar”; claro, a menos que sea una emergencia.

Aprovecha los pequeños momentos para conversar en familia. Aprovecha pequeños momentos como los viajes en auto o cuando están juntos en las comidas en familia. Aprovecha esos momentos para conversar con tus hijos sobre sus días, sus desafíos y sus aspiraciones. Esos pequeños momentos pueden ser el comienzo de una excelente conversación.

Paseos regulares con la familia. Esas salidas pueden ser semanales o mensuales; pero lo importante es establecerlas como una tradición familiar. Los niños aprecian mucho esas salidas y acostumbran ser muy significativas para unir a los miembros de la familia, a la vez que quedan como lindos recuerdos que permanecen en el tiempo.

Participa de los pasatiempos familiares. Busca pasatiempos en los que toda la familia pueda participar, como aprender a practicar un deporte, escuchar música, aprender a tocar un instrumento. Piensa en alguna actividad que puedas disfrutar y experimentar con tus hijos.

Participen juntos en la adoración a Dios. Es importante orar y estudiar la Biblia en familia todos los días (ver Mat. 6:33). Pero también es de enorme importancia frecuentar la iglesia regularmente los sábados para adorar como familia (ver Sal. 84:1, 2). Para muchas familias, el sábado es el único día que pueden pasar juntos.

Seguir estas instrucciones producirá vínculos afectivos saludables en la familia. Mejorará el clima y la comunicación familiar, favorecerá el conocimiento mutuo de los cónyuges y promoverá un conocimiento mejor de los hijos para con los padres y de los padres para con los hijos. Además de esto, aumentará la confianza, la seguridad y la autoestima de todos los integrantes de la familia. No es fácil sincronizar las demandas del trabajo, las actividades de la rutina de cada día y las necesidades familiares; pero es una cuestión de organización, distribución y administración del tiempo de acuerdo con las prioridades.