Muchas relaciones comienzan donde otras terminan: en Internet. En los Estados Unidos, cerca de un tercio de los matrimonios se conocieron por Internet.

Mientras que el mundo virtual ayuda a formar nuevas parejas, también hay matrimonios que se deshacen por causa de ciertas trampas digitales. Una investigación británica de una página web de divorcios on-line reveló que un tercio de los matrimonios destruidos tiene como punto de discordia los problemas con el uso de Facebook.2 Por lo tanto, la misma red que te permitió encontrar al amor de tu vida puede “ayudarte” a hacer que se vaya. Este escenario de relaciones que se construyen y se desmoronan con solo un clic hace que muchas personas se pregunten: ¿Sigue siendo posible vivir un amor verdadero para toda la vida?

Necesitamos pensar sobre el modo en que nos relacionamos, para alcanzar el nivel de relación que realmente da significado a la vida. Según el punto de vista de Zygmunt Bauman, filósofo de la “modernidad líquida” de la Posmodernidad, el concepto de amor en nuestros tiempos se amplió, y engloba muchas cosas. Pero, paradójicamente, se ha vuelto vacío. “No es que más gente esté a la altura de los estándares del amor en más ocasiones, sino que esos estándares son ahora más bajos; como consecuencia, el conjunto de experiencias definidas con el término ‘amor’ se ha ampliado enormemente. Relaciones de una noche son descritas por medio de la expresión ‘hacer el amor’ ”.3

El amor, en el lenguaje poético de Salomón, se presenta como algo mucho más permanente y gratificante que las conexiones y las desconexiones de amores que se hacen eternos… mientras duran. El poeta bíblico no se refiere al amor como a una llama que pronto se apaga, sino como “la llama más intensa” (Cantares 8:6, Nueva Traducción Viviente [NTV]). Por este motivo, “ni las muchas aguas pue- den apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo (Cantares 8:7). Si bien hoy se habla tanto de que nadie pertenece a nadie y se defiende los amores ligeros, sin exigencias ni requisitos, en el corazón de muchas personas aún está latente el deseo de entregarse en cuerpo y alma a un amor verdadero.

HAY QUE DEJAR TODO LO QUE ESTÁ POR ENCIMA DEL VÍNCULO DEL AMOR

La búsqueda de un amor verdadero es natural en el ser humano, porque el Creador proyectó al hombre y a la mujer para que tuvieran una experiencia de profunda unidad. “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser” (Génesis 2:24). Esta corta frase bíblica fue pronunciada por Dios mismo en la primera declaración de casamiento, oficiado por él. Revela un gran secreto para la felicidad en una relación que se sustenta y que satisface. Para que esta fórmula funcione, antes de que la pareja llegue a unirse, la orientación divina es “dejar”. Esto puede parecer simple, pero merece que se le preste atención.

La Biblia no orienta a las nuevas parejas a que abandonen a sus padres, pero les aconseja renunciar a la supremacía de los antiguos afectos. El vínculo de amor establecido por la pareja debe estar por encima de cualquier otro. Nada –ade- más de Dios–, ni siquiera la familia de origen, debe ser más importante que el lazo afectivo que los une. Este principio se aplica a todas las relaciones establecidas antes del casamiento y después de él. Cuando esto no sucede, surgen problemas.

CUANDO EXPLOTAN LAS CRISIS EN EL MATRIMONIO

Eso fue lo que sucedió con Javier y Flavia. Casados hacía cuatro años, habían acabado de financiar su primer inmueble. Él trabajaba en un banco y ella era profesora de Inglés. Con las nuevas presiones financieras sobre la pareja, Flavia aumentó su carga horaria de clases. El marido empezó a hacer horas extras voluntarias. Además de que ganaba un poco más a fin de mes, tenía en vista un ascenso a la gerencia, al final del año. Antes de volver a casa, se fue haciendo cada vez más frecuente que participara del happy hour con sus colegas y sus superiores. Después de todo, si no nos ven no nos tienen en cuenta.

En medio de esta realidad, Flavia agregó en Facebook a su exnovio, de su ciudad natal. Tapada de deudas, casada con un marido que solo estaba en casa para dormir o mirar televisión, extrañaba la casa de sus padres, sus amigos de la infancia, e incluso a su exnovio, quien a pesar de una traición siempre había sido cariñoso; al menos, eso era lo que le decían sus recuerdos. Mientras Javier perseguía sus intereses, el intercambio de mensajes instantáneos entre Flavia y su ex la hicieron viajar en el tiempo y la imaginación. Intrigado por el comportamiento de su mujer, el marido descubrió la verdad en el momento en que el celular de ella quedó olvidado debajo de la almohada.

La historia de Javier y Flavia se repite todos los días, y de muestra que no es posible encontrar sentido a una relación y vivir en plenitud los votos matrimoniales cuando los cónyuges se pasan la vida husmeando en las redes sociales e imaginando que “el pasto del vecino está más verde”. En esta situación, saltar el cerco que protege el matrimonio para tener una aventura, destinada al fracaso, suele ser la consecuencia de una ruptura que ya ha sucedido en el nivel emocional y en los pensamientos. Las investigaciones sobre el tema comprueban lo que todo el mundo ya sabe en la práctica: cuanto más navegan los cónyuges por las redes sociales, mayor es la probabilidad de que haya peleas, traición… y divorcio.4

En medio de las discusiones de Javier y Flavia, él tam- bién fue confrontado con sus errores. Hacía tiempo Flavia sabía que su marido pasaba horas en páginas porno, y hacía poco había descubierto que él había tenido conversaciones inconvenientes utilizando un perfil falso. Ella sugirió que era hora de reconocer que todo estaba acabado. Con aquellas palabras haciendo eco en sus oídos, Javier se dejó caer en el sofá, restregándose las manos sobre su rostro pálido. Imaginaba que su identidad secreta jamás sería descubierta; ni se podía imaginar que ella conociera sus rastros en el submundo de la web.

EL MATRIMONIO HONROSO

Así como ellos, muchas parejas permanecen calladas sobre sus decepciones y heridas en la relación, permitiendo que otras relaciones e intereses asuman el lugar que de- bería pertenecer exclusivamente al cónyuge. Cuando la Biblia dice que el matrimonio debe ser “honroso […] en todos” (Hebreos 13:4, Reina-Valera Revisada 1960 [RVR]), quiere decir que este vínculo es único y tiene un valor que no se puede medir. No se vende en las esquinas. De esta manera, “si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, solo conseguiría el desprecio” (Cantares 8:7). Un matrimonio honroso tiene un valor incalculable, y no puede comprarse por dinero alguno, pues su precio es la entrega completa del uno al otro. Cuando esto sucede, los dos se vuelven uno. Entonces ya no hay más espacio para ocultar cosas y encubrir sentimientos. No hay secretos escondidos; solo confidencias compartidas.

Un matrimonio honroso tiene un valor incalculable, y no puede comprarse por dinero alguno, pues su precio es la entrega completa del uno al otro.

Felizmente, Javier y Flavia resolvieron recoger los pedazos de un matrimonio roto y darse una nueva oportunidad. Resueltos a seguir juntos, buscaron un consejero familiar cristiano para intentar superar la crisis. Después de una conversación tensa pero productiva, el profesional de experiencia, que ya había ayudado a muchas parejas en 34 años de dedicación al cuidado de las familias, buscó una Biblia, la abrió y leyó las palabras que se encuentran en Efesios 5:33: “Cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo”.

Cuando el apóstol Pablo recomienda al marido que ame a su esposa, esta orientación se compara con el modo en que “Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5:25). Por lo tanto, el amor que se espera de parte de un hombre es un amor que lleva al sacrificio. Así como Cristo dejó la gloria del cielo para hacerse un siervo sufriente, asumiendo sobre sí “el castigo, precio de nuestra paz” (Isaías 53:5), el marido debe ceder en sus deseos y ambiciones personales que sean perjudiciales para la familia. Cristo no podría ser el Salvador del mundo si hubiese escogido salvarse a sí mismo. De la misma manera, el hombre no puede salvar a su familia si escoge salvarse a sí mismo. Dejar de lado los intereses propios y las vanidades personales es el primer paso para rescatar a la familia. Olvidar el placer propio para satisfacer a la esposa es el camino indicado por Dios para la felicidad no solo en casa, sino en cada aspecto de la vida.

”El amor que se espera de parte de un hombre es un amor que lleva al sacrificio.”

Sin embargo, el amor de Cristo no puede salvar a quien cierra su corazón para no recibir los beneficios de su amorosa entrega en la Cruz. Por esto, la mujer amada debe al marido amoroso el respeto hacia quien representa, en esta relación, la figura del Salvador. Este respeto no coloca a la mujer en posición de desigualdad en relación con el hombre, sino que refleja la disposición de valorar las actitudes masculinas que requirieron entrega personal y sacrificio. Si la mujer valora al hombre en esto, él estará motivado para seguir haciendo todo lo necesario por la felicidad de la familia. Así, la mujer podrá decir: “Yo soy de mi amado, y él me busca con pasión” (Cantares 7:10).

Cuando Javier y Flavia descubrieron la dinámica del amor y el respeto en la relación conyugal, entendieron cuán distantes se hallaban de la orientación divina para la familia. Si bien Javier decía, de vez en cuando, que amaba a su esposa, él necesitaba seguir un largo trayecto hasta poder demostrar el amor revelado por Jesús. Después del casamiento, él permitió que los desacuerdos lo distanciaran de Flavia. Buscando reconocimiento y aprecio, quedó ciego hacia las necesidades de su esposa, para enfocarse en el éxito profesional, que tenía un costo demasiado alto. Para olvidar las grandes y las pequeñas frustraciones de lo cotidiano, buscaba la pornografía on-line. Cuando creó un perfil falso para interactuar con otras mujeres, estaba a un pequeño paso de consumar la infidelidad física.

Sufriendo con un marido frío y distante, Flavia no sabía cómo romper la barrera que la separaba de Javier. Ella se arregló para ser más atractiva, e intentó poner en práctica todos los consejos de las revistas femeninas. Algunas surtieron un breve efecto; otras, ni siquiera eso. Sin embargo, nada cambió. Entonces, ella llegó al punto de casi desistir del matrimonio y se refugió en los recuerdos de un tiempo que jamás volvería.

NUNCA DESISTAS DEL AMOR

Las sesiones de consejería familiar hicieron que la pareja abriera los ojos a nuevos caminos, en vez de decretar un fin prematuro a una unión que había comenzado tan feliz. Como resultado, tomaron algunas medidas prácticas. Para aliviar las deudas, Javier decidió vender el segundo auto y usar el transporte público para ir al trabajo, dejando el otro vehículo para Flavia. Ellos también decidieron poner en alquiler su departamento y mudarse a uno mucho más pequeño; la diferencia que recibirían los ayudaría a reducir sus deudas. Esto les permitiría tener más tiempo para hacer lo que no hacían desde mucho tiempo atrás: caminar por el parque y pasear juntos. También resolvieron cerrar sus cuentas de redes sociales y compartir todas sus contraseñas usadas en la web. Aceptaron que uno ayudaría a monitorear al otro en la red, y ambos darían cuentas de ello en la consejería conyugal.

Javier y Flavia están juntos hasta hoy. No es que solo viven en la misma dirección; no comparten simplemente las mismas cuentas que pagar. Están más unidos y fuertes que nunca. Así como sucedió con ellos, tu matrimonio y tu hogar pueden ser reconstruidos por el Creador de la familia.

Existe, en el corazón humano, un profundo deseo de tener unión emocional y afectiva. El corazón solamente puede ser llenado por Dios y por las relaciones humanas en que haya amor, compromiso y entrega. No es algo que surja de la noche a la mañana. No se encuentra en los like (“me gusta”), en las relaciones instantáneas, virtuales o reales. El amor que llena la vida es, en realidad, una construcción que nunca tiene fin. En palabras de la educadora cristiana Elena de White: “Los que se casan ingresan en una escuela en la cual no acabarán nunca sus estudios”.5

Esta misma autora también aconseja a todas las parejas que nunca desistan del amor: “Aunque se susciten dificulta- des, congojas y desalientos, no abriguen jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que su unión es un error o una decepción. Resuelvan cada uno de ellos ser para el otro cuanto le sea posible […]. Haya entre ellos amor mutuo y so- pórtense uno a otro. Entonces el casamiento, en vez de ser la terminación del amor, será más bien su verdadero comienzo”.6

Deja de lado todo lo que te aleja de tu cónyuge y de tu familia. Dedícate a quien realmente importa. Por más difíciles que estén las cosas en tu hogar, es ese el lugar que Dios desea transformar en un pedacito del cielo.

Este es un artículo del libro: Esperanza para la Familia “El camino para un final feliz” al cual puedes acceder por completo a través del link.