Depresión, trastornos de ansiedad, automutilación, suicidio, baja autoestima, compulsión; todos esos son temas que se tratan diariamente en las sesiones de psicoterapia. Cuando decidí que sería psicóloga, no tenía idea de la triste realidad que acecha la vida (muchas veces durante toda la vida) de millares de personas a nuestro alrededor. Hubo un momento, después de haber iniciado mis consultas, en los que quedé espantada con la cantidad de pacientes que habían sido abusados sexualmente en la infancia. Recuerdo muy bien un día, luego de terminar las consultas y salir del consultorio, ver a personas por las calles y pensar “muchas de ellas han sido abusadas”. Eso me dolió. Detrás de los pasos apresurados y de las sonrisas que vemos diariamente, existen muchas historias tristes. ¡Algunas son verdaderas historias de terror!

dos mujeres conversando, problemas emocionalesFoto: shutterstock

En los últimos años, los problemas de orden emocional se vuelven un tema diario (literalmente, pues sigo todos los días publicaciones sobre estos temas) de noticias. Esto ocurre incluso, en el medio cristiano. Además del aumento de algunos índices de problemas de salud mental, la sociedad habla más sobre estos asuntos y, con la ayuda de las redes sociales, muchas personas han expuesto más sobre su dolor. Ante este escenario, yo le pregunto: ¿sabe cómo ayudar a las personas que están sufriendo emocionalmente? Ellas están a su alrededor, dentro de su casa, de su iglesia o de su ambiente de trabajo (algunas de ellas están leyendo este texto en este momento).

Al observar las reacciones que las personas tienen ante la noticia de que alguien se suicidó, o está sufriendo depresión, veo cuan poco preparada está nuestra sociedad (y eso incluye a los miembros de iglesia) para ayudar a esas personas. Muchas personas que están viviendo un sufrimiento psíquico, nunca tendrán acceso a la ayuda profesional, ya sea por falta de recursos o por no aceptar atención especializada.

Esta es una de las razones por las cuales considero extremadamente necesario que las personas comunes aprendan a ayudar a las personas que están sufriendo emocionalmente. Los padres necesitan saber cómo ayudar a sus hijos. Los profesores necesitan tener recursos para ayudar a sus alumnos. Los líderes y hermanos de iglesia necesitan ser instruidos, y es por eso que en los siguientes párrafos compartiré algunas orientaciones sobre cómo ayudar a las personas que están sufriendo emocionalmente.

 

Esté atento a las señales de pedido de ayuda.

Las personas que están sufriendo no salen por ahí con una camiseta que dice “¡Por favor, ayúdame!”. Usted tiene que estar atento a las señales. Cambios de comportamiento, aislamiento social, ¡todo eso nos da mucha información! El problema es que estamos tan enfocados en nuestra vida y en nuestros propios problemas que no logramos observar adecuadamente a los demás. Está claro que uno tiene su propia vida para cuidar. Pero, a veces, esas señales hablan sobre su vida. Están siendo emitidas por sus hijos, por sus amigos, por su cónyuge y ¡usted no las ve!

Las personas emocionalmente saludables no viven posteando quejas y frases de autoafirmación en internet. Las personas emocionalmente saludables no cambian drásticamente de comportamiento y no se aíslan socialmente. Los cambios de vestimenta también son muy relevantes. La forma como nos vestimos habla sobre cómo estamos por dentro. Si los cambios están ocurriendo delante de sus narices, de personas a las que ama, aproxímese con amor.

 

Cuide sus palabras

Mucha gente sufre en silencio porque imagina que no será entendido por los demás. ¿De dónde sacan esa conclusión? Entre otras cosas, de las conversaciones que escuchan. “¿Te has enterado que fulana se mató? ¡Qué horror! ¡Este mundo está perdido!”, “Hermanos, no vivan ansiosos, deprimidos, ¡eso es falta de fe!”. “¡No conocemos a las personas! ¿Cómo una madre puede abandonar a su familia y entregarse a las drogas?”.

Infelizmente, el preconcepto que existe en nuestro medio acerca de los problemas emocionales, y los juicios que son hechos y compartidos acerca de la vida de los otros hace que quien está sufriendo se esconda cada vez más a través de sonrisas, mientras que por dentro se siente desesperado y solo. Tenga cuidado con sus palabras. Si no tiene nada bueno que decir, opte por el silencio, pero no juzgue, ¡no hable de la vida ajena! Que sus labios sean una fuente de esperanza y amor.

 

Aprenda a escuchar

Si alguien venció la barrera de la vergüenza y buscó ayuda en usted, ahora es el momento de escuchar. Las personas son tentadas, en ese momento, a proferir sermones y decir todo lo que imaginan que el otro debería hacer. Pero, en realidad, quien está sufriendo necesita, inicialmente, ser oído, y no escuchar las palabras de otros. Paso varias horas de mi semana escuchando a personas que están cansadas de oír a los demás decir lo que ellas deberían estar haciendo. Usted no puede instruir a alguien a quien usted no ha acogido. ¡Recuérdelo! Usted tiene dos oídos y una boca. Escuche más. Hable solo lo esencial.

 

Sea el abrazo de Dios para las personas

“Solamente el amor que fluye del corazón de Cristo puede sanar. Sólo aquel en quien fluye ese amor, como la savia en el árbol, o la sangre en el cuerpo, puede restaurar el alma herida” (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 249).

El amor es una tremenda fuente de curación. Cuando usted sonríe, abraza, trata con cariño y atención a alguien, usted comunica amor. No necesita usar las palabras correctas (¡menos aún las equivocadas!). La mayor parte del tiempo solo debe parecerse a Jesús siendo amable con las personas. Su abrazo puede cambiar el día de alguien que recién entró a la iglesia con angustia en el corazón. Su sonrisa puede calmar un corazón ansioso. Su gentileza puede hacer que alguien que se siente una basura, por ser agredida diariamente, se sienta humana y con valor. ¡Hay tanto que podemos hacer por las personas con pequeños gestos!

 

Ayude a la persona a encontrar ayuda profesional

Una vez que usted haya acogido a alguien que está sufriendo, ayude a esa persona a dar un paso más y buscar la ayuda de un profesional. ¡Los problemas psicológicos necesitan ser tratados! Todos los casos que traté hasta el día de hoy cuya búsqueda por ayuda profesional fue rápida, también tuvo una mejoría rápida. Por otro lado, cuanto más tiempo, más largo (y caro) se vuelve después el tratamiento.

Cierta vez, una pareja me buscó para tratar un trauma de uno de sus hijos. Era un niño de 9 años. El trauma era muy reciente y solo fueron necesarias tres sesiones con el niño para solucionarlo. En otra ocasión, atendí a una joven que hacía un año que vivía con un problema. Fueron necesarios tres meses (y no tres días) para poder darle el alta. Pero, infelizmente, la mayor parte de los pacientes buscan ayuda cuando la situación ya es insustentable. En esos casos, aunque tengamos éxito, las marcas que quedan en la historia no pueden ser borradas. Por eso, si alguien sufre a su lado, ayúdelo a buscar ayuda profesional.