Puede resultar gracioso esta frase: “Tenemos dos oídos y una boca, para que escuchemos mas de lo que hablamos”, y aunque parezca chistoso encierra una gran verdad.

Salomón fue muy sabio cuando escribió en Eclesiastés 3:7 ” hay tiempo de callar, y tiempo de hablar”.

Saber cuando guardar silencio refleja en nosotros la humildad para estar dispuestos a escuchar. Existe una gran diferencia entre escuchar y oír. Oír es solo percibir sonidos, en cambio cuando realmente escuchamos es cuando prestamos atención.

Escuchar eleva nuestra relación y la manera en que percibimos lo que el otro siente para así usar las palabras correctas al dar una respuesta. Proverbios 20:5 es claro: “Aunque el buen consejo esté en lo profundo del corazón, la persona con entendimiento lo extraerá”. (NTV)

 

 

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¿Que transmites cuando hablas menos y escuchas más?

Cuando hablas menos y escuchas más, esto es lo que transmites:

  • Valoras a las otras personas y sus opiniones
  • Valoras el tiempo de otros
  • Puedes escuchar y considerar múltiples puntos de vista

Aquellos que no pueden escuchar a su hermano, muy pronto dejarán de escuchar a Dios, porque incluso a Dios le hablan constantemente. A Dios debemos escucharlo hablarnos. Cuando termines de orar, no salgas a la carrera a continuar con el tráfago de la vida.

Permanece un tiempo en silencio. Deja que el Espíritu Santo hable a tu alma. No será audible, pero escucharás su voz.

¡Qué significativas son las palabras de nuestro texto hoy! Son como un mandato, como una norma: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar”. Los cristianos verdaderos hablan menos y escuchan más porque no están centrados en ellos mismos, sino en los demás. Hablar es ser uno mismo.

Escuchar es dejar ser a los demás. Hablamos para mostrar algo de nosotros. Escuchamos para dejar que los demás digan algo de ellos.

Por esto, amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” Santiago 1:19

 

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