Cada cuarenta segundos alguien comete suicidio alrededor del mundo. Sin embargo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 90% de los casos podría ser evitados si las señales claras de pedido de ayuda fuesen identificadas a tiempo, y esas personas tuvieran la orientación adecuada para tratar sus problemas emocionales.

Uno de los aspectos más importantes de la prevención es ayudar a quien tiene ideas suicidas a encontrar o redescubrir un sentido para la vida. La logoterapia, sistema terapéutico teórico creado por Víctor Frankl, un psiquiatra austríaco sobreviviente a los campos de concentración nazis de la Segunda Guerra Mundial, es un abordaje que trabaja en esa dirección.

“Tener un sentido para la vida es lo que le permite al ser humano pasar por crisis sin evolucionar hacia un proceso autodestructivo. Recuperar el sentido de vivir es el objetivo último y fundamental para que alguien salga de la depresión y permanezca bien después de eso”, explica el psiquiatra Ricardo Falavigna, miembro de la Asociación Brasileña de Psiquiatría. Sin embargo, a veces es muy difícil que alguien que está inmerso en problemas complejos pueda reencontrar el propósito de la existencia.

Es en esas situaciones que pequeños gestos pueden determinar una gran diferencia. “La mejor actitud es el respeto, la solidaridad y la empatía. De esa manera, abrimos espacio para que la persona exponga lo que está sintiendo y sea llevada al tratamiento”, señala el psiquiatra. El profesional explica que sentirse amparado ayuda al cuerpo a producir serotonina, una hormona fundamental en la regulación del humor, de las sensaciones de dolor, miedo, ansiedad y depresión. Completa la idea diciendo que al estudiar el cerebro de personas que cometieron suicidio, científicos confirmaron la reducción de serotonina en algunas áreas. “Las más afectadas fueron aquellas responsables por la inhibición del comportamiento, y la toma de decisiones”, destaca.

mujer con los brazos abiertosFoto: pixabay.com | por jill111

Que te motiva a vivir?

Encontrarle un sentido a la vida es fundamental para ver una salida alternativa al suicidio. Personas de diferentes franjas etarias, profesiones y creencias religiosas contestaron a esa pregunta.

“Es saber que voy a seguir comiendo churros”. Natalia, 17 años, estudiante.

“Mantener el buen humor incluso en los momentos difíciles de la vida”. Pedro, 21 años, periodista.

“Todavía tengo muchos sueños para realizar”. Daniela, 24 años, publicitaria.

“Aprovechar al máximo el tiempo posible con las personas que yo quiero, haciendo lo que me gusta”. Raúl, 23 años, diseñador.

“Mis perros, angelitos de cuatro patas; la belleza de la naturaleza, el cielo, las fores, los árboles. Y saber que, por más difícil que sea, la vida es un regalo que tengo que cuidar con mucho cariño”. Renata, 22 años, estudiante.

“Yo ya ‘morí’ una vez, fue muy doloroso. Quedé en coma, tetrapléjico, y pienso en cuántas cosas habría perdido. ¿Qué vale la pena? Ayudar a las personas. Tantos están sufriendo sin comida, sin abrigo, sin un abrazo. Haga alguna cosa por alguien. Eso va a valer la pena”. Eder, 51 años, médico.

“Espero hacer algo por el mundo, ser alguien mejor; mejor para mí y para el otro. Debo hacer mi parte en la evolución del planeta. Vivo porque Dios me creó, y sin ninguna duda, no fue en vano”. Larisa, 22 años, traductora.

“La vida es un soplo; por eso, quiero tener la plena seguridad de que demostré al máximo cada sentimiento que tuve a las personas con las cuales conviví”. Víctor, fotógrafo, 21 años

“Mi mamá”. Rosalía, 35 años, asistente de oficina.

“Un Dios que cuida de mí y una familia que me ama”. Amalia, 65 años, costurera.

“Mi familia, a la que amo incondicionalmente”. Elena, 43 años, coordinadora pedagógica.

“Creo que Dios atribuye un valor incalculable a cada persona. Eso me da fuerza. Yo podría hasta no ser querido por nadie… pero me bastaría con el amor de Dios”. Juan, 21 años, cantante y compositor.

“Mi hija, mi trabajo y el fútbol”. Rafael, 31 años, contador público.

 

En tu caso, que te motiva a vivir?